sábado, 25 de septiembre de 2010

El REINO DE LOS CIELOS ES PARA VALIENTES

En una ocasión le preguntaba a Dios en mi mente:
- Señor, qué quiere decir eso de que los violentos son los que arrebatan el Reino de los Cielos? Mateo 11.12 "Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan."

Y una noche mientras esperaba en la fila del tren para ir a mi casa en Cúa pude ver la respuesta.

Es normal que la gente mientras espera la llegada del tren en la Rinconada, haga su fila ordenadamente
para ingresar en el mismo, pero una vez que llega el ferrocarril a la estación, la gente (hombres en su mayoría) corre
hacia las puertas y se aglomeran sin respetar fila o algún orden antes establecido; así que una vez que las puertas son abiertas
las personas entran salvajemente, sin importar llevar golpes o maltratos físicos, solo por tomar un asiento; eso lo vivo todas las noches cuando viajo en tren a mi casa.

Entonces, pude comprender la semejanza con el Reino de Dios. Para poder disfrutar del privilegio de las bendiciones que Dios tiene para mi, tengo que ser violento, y arrebatarlas con agresividad, con toda oración y súplica en el espíritu (Filipenses 4:6) así como esas personas en las puertas del ferrocarril se aferran salvajemente por entrar y tomar un puesto para ir sentados durante el viaje, así debo serlo en mi vida espiritual, arrebatar violentamente las bendiciones como todo un ciudadano del Reino de Dios. Filipenses 4:6 "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias."
 

Debemos asumir un compromiso con nuestro Dios en oración, y reclamar las provisiones dispuestas para nosotros, una vivienda propia, un vehículo propio, un ajuste de cargo con un nuevo sueldo, etc. Nuestra vida debe ir avanzando de triunfo en triunfo en Cristo. 2ª CORINTIOS 2:14 2:14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.